miércoles, 24 de octubre de 2007

La práctica de las mil fotos

Un agudo pitido me retumba en el oído. Abro los ojos. Es el despertador. A tientas busco con mi mano el interruptor para apargarlo. Le doy a la luz que lleva y en su pantalla aparecen los números 7:45 sobre un fondo amarillo fosforito. Esta sería la primera foto del día. Enciendo la luz. Me incorporo, con gran pesar, y me quedo sentada en la cama mirando al frente. Un corcho con fotos de mis amigos es lo primero que veo cuando enciendo la luz (2ª foto). Me pongo de pie y me dirijo al baño para ducharme.
Cuando salgo de la ducha comienza el dilema. ¿Qué me pongo? La tercera foto del día es la del interior de mi armario. Tras solucionar este ‘conflicto’ diario abro la ventana de mi habitación para ventilar. La cuarta foto es la del paisaje que se ve desde ella, que a esas horas es siempre gris y triste. Mientras se ventila, voy a la cocina a desayunar. La quinta foto es la del interior de la nevera y la sexta la de mis compañeras medio dormidas sobre la mesa desayunando.

Una vez que he desayunado vuelvo a mi cuarto. La séptima foto se asemeja a la que podría hacerse a un campo de batalla por el que hayan pasado Atila y los Hunos. Alguna de las ropas que me he ido probando están tiradas en el suelo, la cama está sin hacer y sobre ella se encuentra el pijama y la toalla. Recojo todo a prisa y corriendo porque van a dar las 8.30 y tengo que ir a la Universidad. Cojo el ascensor. El conserje está limpiando el patio, le doy los buenos días (9ª foto) y salgo del portal.

Recorro Pío XII andando. A la frutería que hay a mitad de la Avenida le está llegando el género. La décima foto es para los repartidores de fruta que están apilando cajas en medio de la acera. Prosigo mi camino y llego a la esquina de Larraona. Son las nueve menos cuarto, así que puedo bajar el ritmo de mi carrera. Continúo andando por el caminillo que lleva al edificio de Comunicación. La undécima foto retrata a las decenas de estudiantes que dirigen medio dormidos a la universidad por la mañana. Consigo llegar al edificio y, tras lograr esquivar a la multitud de personas que se agolpan en la puerta aprovechando los últimos minutos para fumarse un cigarrillo (12ª foto), entro en el edificio. La 13ª foto es para los bedeles y la 14ª para mis compañeros de clase que ya están en sus sitios sentados a la espera del profesor. Para él es la 15ª foto.

Las clases transcurren con normalidad. De cuarenta y cinco en cuarenta y cinco minutos toca descanso y vuelta por la cafetería. Las mesas llenas de gente (16ª foto), los camareros que no dan abasto (17ª foto) y los impacientes, porque se les agota el tiempo, agolpándose en la barra a la espera de que les atiendan (18ª foto).

Son las dos de la tarde. Recorro con mis amigas el mismo camino que he hecho a la ida. Esta vez, con prisa porque hay hambre y también porque vuelvo a tener clase a las cuatro. En el portal de mi casa hay unos niños jugando al balón (19º foto), esquivo los lanzamientos y abro la puerta. Abro la puerta y veo que mis compañeras están haciendo la comida (20ª foto), dejo las cosas en mi cuarto que está ordenado. Esto es otra cosa y no lo de por la mañana (21ª foto).

Pongo la mesa y servimos la comida. Vemos las noticias mientras comemos, acabamos y recogemos. Otra vez de vuelta a la universidad. Salgo de casa y si antes había niños en el portal jugando, ahora hay chicos y chicas de bachiller con sus mochilas esperando entrar en el instituto (22ª foto). Consigo que se aparten para dejarme pasar. Recorro el mismo camino que por la mañana. La frutería cierra por la parte por lo que, en donde antes había cajas apiladas llenas de fruta, ahora sólo hay cajas vacías o con alguna fruta estropeada (23ª foto). Llego a la universidad y otra vez me tengo que hacer paso entre los fumadores (24ª foto).

Dos horas de clase y a la salida tengo que ir a trabajar al CTI. Me esperan tres horas viendo ir y venir a gente recogiendo sus copias que salen por la impresora. Si le hiciera una foto a cada persona que viene tendría unas 150 fotos más. Así que ya llevo 174 fotografías. Son las nueve de la noche. Me toca cerrar las salas de ordenadores. Recojo mis cosas y dejo todo en orden. El aspecto de la Universidad a esas horas es desolador (175º foto). Me despido del bedel, que también tiene ganas de llegar a su casa (176ª foto). Con suerte hay algún amigo que sale a esas horas y me acerca en coche. Llego a casa y mis compañeras y yo preparamos la cena (177ª foto), cenamos (178 ª foto) y tras recoger todo nos vamos al salón a ver un poco la tele (179ª).

Decidimos que debemos hacer algo con nuestras vidas y nos retiramos cada una a su habitación a estudiar un poco. Pasa el tiempo colando y ya son las 12 de la noche. Me despido de mis compañeras hasta el día siguiente y me meto en la cama. La penúltima foto es la del número 7:45. El despertador ya está en hora para cumplir mañana su función. Apago la luz. La última foto coincide con la primera del día: es completamente negra. Buenas noches.

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